Si hacemos caso de la palabras de Walter Benjamin, en todas las fotografías, incluso aquellas donde aparentemente nada es fruto de la casualidad, el azar es una parte inseparable de las mismas.
"A pesar de toda la habilidad del fotógrafo y por muy calculada que esté la actitud de
su modelo, el espectador se siente irresistiblemente forzado a buscar en tal fotografía la
chispita minúscula de azar, de aquí y de ahora, con la que la realidad ha chamuscado por así
decirlo su carácter de imagen; a encontrar el lugar inaparente donde, en la determinada
manera de ser de ese minuto que pasó hace ya mucho, todavía hoy anida el futuro y tan
elocuentemente que, mirando hacia atrás, podemos descubrirlo. La naturaleza que habla a la
cámara es distinta de la que habla al ojo; distinta sobre todo porque, gracias a ella, un espacio
constituido inconscientemente sustituye al espacio constituido por la conciencia humana."
"A pesar de toda la habilidad del fotógrafo y por muy calculada que esté la actitud de
su modelo, el espectador se siente irresistiblemente forzado a buscar en tal fotografía la
chispita minúscula de azar, de aquí y de ahora, con la que la realidad ha chamuscado por así
decirlo su carácter de imagen; a encontrar el lugar inaparente donde, en la determinada
manera de ser de ese minuto que pasó hace ya mucho, todavía hoy anida el futuro y tan
elocuentemente que, mirando hacia atrás, podemos descubrirlo. La naturaleza que habla a la
cámara es distinta de la que habla al ojo; distinta sobre todo porque, gracias a ella, un espacio
constituido inconscientemente sustituye al espacio constituido por la conciencia humana."
(Walter Benjamin "Pequeña historia de la fotografía")