Primer parto. ( Georgia, Otoño de 1995 ) " Cuando entré en la habitación encontré a una mujer, casi niña, a punto de parir. Me emocionó la generosidad y la humanidad de una de las enfermeras que durante mucho tiempo estuvo de pie al lado de aquella joven en trance de ser madre, sujetando sus manos, reconfortándola, ayudándola y tranquilizándola. El recuerdo que me ha quedado es el rostro de esa mujer delgada, de piel tensa, pómulos salientes, ojos hundidos y de un frío azul transparente, vestida con una humilde bata blanca, que era toda humanidad, supliendo con su calor las enormes carencias técnicas del hospital. La joven primeriza, tan bonita, tendida sobre la cama estrenando camisón y bata, gritaba el nombre de su madre con cada contracción. Perdí el sentido del tiempo. Para estar a la altura de la cama, estaba agachada en un ángulo de la habitación. No tenía más espacio. De vez en cuando pasaban otras enfermeras para ver cuándo terminaba o qué hacía, y sonreían sin