A la llamada de los tambores, sin poder remediarlo, el fotógrafo aficionado se dirige hipnotizado al lugar de donde proviene semejante estruendo. Procesión de Semana Santa, Pasos, Cofrades. Desenfunda su cámara y comienza el espectáculo. Primero desde la acera, la emoción del momento le hace dar un paso al frente ... a los medios ... una Magdalena, un San Pedro ... a lo lejos llegan los Pasos, los Cofrades, los Capirotes. Prudente, se retira nuevamente a la acera, busca un punto de apoyo para situarse en cuclillas. Unos pequeños árboles recién plantados ... ¡parecen firmes! ... Unas fotos, otro árbol, más fotos. Algo pasa.... algo se mueve ... el árbol se va ...se va ... se fue... se fue el árbol al suelo y tras él el fotógrafo. Una rodilla maltrecha, una herida en una mano, la cámara a salvo y la dignidad por los suelos tras comprobar las risas y el cachondeo de los señores Cofrades. (Aquí nos deja constancia de la sonrisa que se les quedó)
Desventuras de un aficionado a la fotografía